
ESA SENSACIÓN
Cuando se termina de leer un libro y lo primero que te pide el cuerpo es "más quiero más" tal vez obedece a un acto reflejo, a una necesidad que sé ha ido creando, forjando en silencio a través del paso de las páginas. Y sin embargo puede ser una señal bastante elocuente sobre ese posible cúmulo de sensaciones que dicho volumen ha despertado en nosotros, y como crece la sospecha de hallamos ante algo más que un simple acto reflejo. Ryszard Kapuscinski era un conocido periodísta, reportero, fotógrafo de la actualidad pero en silencio también iba constnuyendo “otro camino", otra senda en la que había establecido ya una serie de prioridades -en un acto de valentía suicida- y la poesía, como un 1ujo que merece entrega por nuestra parte, ya se había posicionado en lugar de privilegio frente a otras disciplinas. Fiel a la tradición de esa línea polaca que representan autores como Ceslaw Miloz o Wislawa Szymborska, Kapuscinski maneja una serie de coordenadas muy afines a las trayectorias de los mencionados autores, sobre todo en la humanidad de su poesía, ese dejar traslucir la sencillez como
un acto doloroso y a un tiempo redentor, curativo. Dieciocho años de silencio dicen mucho, se lo pensaba antes de publicar, no había prisa porque la poesía no sabe de prisas sino de trabajo y reflexión, de vocación, con todo lo que ello implica. Pero en todo ese tiempo este autor no dejaba de trabajar, sobre todo con una vida intensa y cargada de experiencias no al alcance de todos, debido a su profesión, en viaje constante por paises en conflicto permanente. Trabajaba el ojo y la mano, siempre escribía a mano, y Herodoto siempre cerca, también a mano. Y esa fueente de alimentación que es lo vivencial, acaba por damos algunos parámetros de lo que puede constituir la forma de esta mirada poética en su raíz. La editorial Bartleby reúne ahora en castellano la mayor antología de este poeta polaco hasta la fecha., incluyendo algunos poemas inéditos que hacen más completo el volumen. No se puede hablar de sorpresa, sino más bien de certeza creciente con la lectura de los poemas, que uno a uno, van pasando por nuestra retina buscando hacerse un pequeño hueco sin mucha dificultad. Certeza que el camino elegido era una opción muy válida y respetable, los poemas así lo testimonian, que el ser humano puede casi tocarse a través de !as palabras, de las imágenes desplegadas, en su hondura y en su sencillez, y por tanto en su dolor. El dolor de sentir, de contemplar, de preguntarse, de medirse ante ese estado distinto -el previo a la escritura- que nos exige máxima entrega en el rito para darle forma, ponerle letra. Si hay algo que caracteriza la obra es su homogeneidad en la temática tocada, sin saltos ni variaciones repentinas.
ANTONIO LUIS GINÉS
Cuadernos del Sur
3-4-08
un acto doloroso y a un tiempo redentor, curativo. Dieciocho años de silencio dicen mucho, se lo pensaba antes de publicar, no había prisa porque la poesía no sabe de prisas sino de trabajo y reflexión, de vocación, con todo lo que ello implica. Pero en todo ese tiempo este autor no dejaba de trabajar, sobre todo con una vida intensa y cargada de experiencias no al alcance de todos, debido a su profesión, en viaje constante por paises en conflicto permanente. Trabajaba el ojo y la mano, siempre escribía a mano, y Herodoto siempre cerca, también a mano. Y esa fueente de alimentación que es lo vivencial, acaba por damos algunos parámetros de lo que puede constituir la forma de esta mirada poética en su raíz. La editorial Bartleby reúne ahora en castellano la mayor antología de este poeta polaco hasta la fecha., incluyendo algunos poemas inéditos que hacen más completo el volumen. No se puede hablar de sorpresa, sino más bien de certeza creciente con la lectura de los poemas, que uno a uno, van pasando por nuestra retina buscando hacerse un pequeño hueco sin mucha dificultad. Certeza que el camino elegido era una opción muy válida y respetable, los poemas así lo testimonian, que el ser humano puede casi tocarse a través de !as palabras, de las imágenes desplegadas, en su hondura y en su sencillez, y por tanto en su dolor. El dolor de sentir, de contemplar, de preguntarse, de medirse ante ese estado distinto -el previo a la escritura- que nos exige máxima entrega en el rito para darle forma, ponerle letra. Si hay algo que caracteriza la obra es su homogeneidad en la temática tocada, sin saltos ni variaciones repentinas.
ANTONIO LUIS GINÉS
Cuadernos del Sur
3-4-08