sábado, 29 de diciembre de 2007

Los "viajes" íntimos de Kapuscinski


Los Viajes íntimos de Ryszard Kapuscinski

La editorial Bartleby publicará la 'Poesía completa' del maestro de periodistas, que incluye varios textos que no pudo ver publicados



ANTONIO LUCAS
MADRID.- Debió pensar Kapuscinski que el periodismo no bastaba. La verdad no sólo estaba en el paisa­je, sino en todo aquello que sucede debajo, detrás, en el flúor imprevisto de lo que no se ve, de lo que hay que encontrar para armar el tuétano de la Historia. Y ahí estaba el escritor, el voyeur implicado en cada palmo de tierra que pisaba, buscando con én­fasis la materia prima de la verdad, huyendo del complot de lo obvio, de la mentira.


Ha sido brújula de va­rias generaciones, mapa­mundi de ese periodismo de alma entera -como el de su maestro Ksawery Pruszynski- curtido en el rincón de la independen­cia y el rigor. Escribió mi­les de crónicas y una veintena de libros para explicarse mejor. Lleva­ba impreso el mapa de África en su ADN.


Pero pocos saben que más allá del proteico re­portero, del inagotable periodista, del viajero desconsolado estaba el poeta, el ser íntimo, aquel que decía en el poema lo que no podía decirse de otro modo. Ryszard Kapuscinski halló en la poe­sía la demora que no tuvo en el periodismo. Co­menzó a escribir versos en el instituto de Pinsk (Polonia), donde nació en 1932. Fue lo primero aue garabateó. Y lo prímero que abandono, an­tes de volver a ellos algu­nas décadas más tarde.


Entonces sólo era el niño nítido de familia po­bre que no estrenaba nunca zapatos nuevos. Era el implacable obser­vador de su escueto territorio. Todo cabía entonces en unos versos y el destino más alto era el de revelarse por entero como poeta. Pero llegó el periodismo, las crónicas enérgicas, el reconocimiento, premios como el Príncipe de Asturias de la Comunica­ción, los doctorados honoris causa...


Afán eclipsado


El buen oficio eclipsó lo demás hasta ahora, cuando ya muerto Kapuscinski (falleció el pasado 23 de enero en Varsovia) la editorial Bartleby asume la edición (antes incluso de que se publique en Polo­nia) de su Poesía completa (en las librerías a partir del 15 de enero), reuniendo los poemas inéditos que dejó el escritor (que también ven la luz por vez primera). El director del Instituto Cervantes de Varsovia, Abel Murcia, se ha en­cargado del prólogo y de la traduc­ción de los textos, que completan el complejo perfil de un tipo que se echó al mundo con un cuchillo de pa­labras en el cinto, relatando la vida como un cónsul del riesgo, despre­ciando sin decirlo ese periodismo de alacena, la mala porcelana de los re­porteros de salón, porque Los cínicos no sirven para este oficio. «Escribir poesía es para mí un lujo que pocas veces me puedo permitir», comentó en alguna ocasión Kapuscínski. «Es un descubrimiento sorprendente, re­velador, valioso para uno mismo y pon uno mismo. Es el único camino».


Lo decía el mismo escritor que había gastado suela en África, en Lati­noamérica, en Asia, buscando reali­dades que contar, contrastes, mun­dos del mundo. Y dejó aquellas im­presiones en libros necesarios como Ébano, El imperio, Lapidarium IV... Eran los relatos de su experiencia, aunque huyendo del afán del opinador global. Por eso que encontraba en la poesía un espacio puro, el so­siego, la media luz de palmatoria que ilumina y no deslumhra. «A él, en verdad, le gusta­ba ser percibido como poeta», explica Abel Mur­cia. «Si uno se adentra bien en su obra, en oca­siones es posible apreciar cómo se cruza en ella el periodismo y la poesía. Por ejemplo, aparecen poemas de Bloc de notas (1986), su primer libro de versos publicado, en algu­nos de sus libros de refle­xión o reportajes». Está en la tradición de los grandes autores polacos del siglo XX: Milosz, Symborska y Herbert, en­tre otros.


Peligros y soledad


Kapuscinski, casi secretamente, va levantando al compás de sus libros en prosa un territorio poéti­co que no es ajeno a los acontecimientos, peligros y soledades que experi­menta por medio nlaneta: "habría que llorar ante la miseria humana/ ante la cruel e infinita miseria del hombre/ la miseria de corazón y pensamiento/ de manos y pies/ la mise­ria propia y la ajena.../ La miseria de Dios».


Kapuscinski tan sólo dio a imprimir en sus 75 años de vida dos libros de poemas: Bloc de notas en 1986 y Leyes naturales en 2006. «Pero no tuvieron mucho eco. La atención era para sus otros libros», advierte Murcia. «Magris fue de los pocos que apreció cómo la poesía complementaba la coherencia del gran reportero, y así lo dijo en Co­rriere delta Sera: 'Él sabe cómo escu­char esa voz que está en nosotros sin anularla con las palabras'».


De un lado consiguió captar el rui­do de la calle para la Agencia PAP, pero también para The New York Ti­mes, Frankfurter Allgemeine Zei-tung, Time y algunas de las cabece­ras más lustrosas del panorama in­ternacional. Vio atrocidades y cono­ció la nómina secreta del terror de al­gunos estados. Tenía la mirada hecha a la fiereza del ser humano, al sinlímite de esta crueldad. «Resulta difícil escribir cuando vivimos una transformación permanente y tan veloz», apuntó en El mundo de hoy.


No era de los que contaban el cri­men con prosa homicida. Prefería preguntar el porqué antes que hacer prosa forense de la herida. Y entre una cosa y otra, con miedo escénico, muy despacio, tiraba del primer nu­do del poema «Es una maravillosa experiencia para lograr la máxima precisión de un pensamiento, de una imagen», decía. Y así hasta armar unos pequeños fragmentos sin adorno, una emoción prensada y ancha. Nada que ver con eso que llamamos noticia.


El Mundo

Antonio Lucas

28 de diciembre de 2007

(fotografía de Quique García)

No hay comentarios: